La discusión sobre el voto en el exterior ya tiene años en nuestro país. Sin embargo, parece ser cada vez más confusa. Por suerte, la realidad de nuestro peregrinaje como uruguayos y uruguayas por el mundo ha impuesto que sea un tema primordial en la agenda, no siempre gracias a los partidos políticos -no a todos, al menos-. Y no somos los únicos. El mundo globalizado ha desatado una serie de procesos donde se discute la participación de la ciudadanía, y es lógico dado el incomparable nivel de migración que se maneja en estos días con respecto a cualquier otro momento en la historia de la humanidad. Estas dinámicas han derrumbado de golpe la vieja concepción territorial de la ciudadanía dando lugar a muchos fenómenos, uno de ellos muy conocidos por casi cualquier compatriota: la duplicidad de ciudadanías.
Además de los motivos que se manejan en todos los países, en Uruguay encontramos algunos adicionales: (i) tenemos la voluntad de que las personas que han sido desplazadas por las distintas situaciones adversas generadas en el país puedan participar de su devenir; (ii) tenemos la pretensión de reparar simbólicamente a los expulsados por motivos políticos, en su mayoría por parte del Estado, compatriotas de todas las tiendas políticas que han rearmado su vida después de tener que abandonar su patria; (iii) tenemos la vocación de responder a la constante demanda de los uruguayos y uruguayas que viven en el exterior.
Lo llamativo de esta discusión es que muchas veces, lejos de estos motivos, nos encontramos con discursos como “los uruguayos que no viven acá que no voten, porque no están acá” y sin embargo, si prestamos atención, en realidad ya pueden hacerlo, el problema es el mecanismo por el cual ejercen ese derecho. Los ciudadanos y ciudadanas uruguayas ya tienen el derecho a ser parte de la vida democrática de nuestro país, lo que les pedimos es que se tomen un avión, vengan, voten, se tomen otro avión y vuelvan al país donde residen. Es muy fácil echar luz en esta discusión mediante dos preguntas: 1) ¿deben los ciudadanos no residentes en el país estar habilitados para votar? y 2) ¿debe existir un sistema de votación que permita a los ciudadanos ausentes del país el día de la elección ejercer su derecho a voto? Nadie en su sano juicio contestaría negativamente a la primera pregunta, porque sería proponer expatriar a cientos de miles de compatriotas, y despejada esa trampa notamos que negar el mecanismo para que lo hagan es difícil de sostener.
La derecha vio fracasar todos sus argumentos. El caso más resonante fue la defensa a ultranza de que la Constitución en realidad considera como parte del país solamente lo que está en su territorio, abrazándose al artículo 77 como si fuera un rencor. También hubo otro no menos llamativo donde se decía que la ley propuesta indicaba que se podía votar desde cualquier país, y que eso incluía Uruguay así que la gente iba a terminar pudiendo votar por correo desde acá. El diputado colorado Ope Pasquet hasta escribió una columna sobre eso. Luego del fracaso de estas maniobras intentaron algo más rastrero: “el Frente quiere aprobar el voto en el exterior porque si no va a perder las elecciones”. Con ese discurso -que escapa a cualquier categoría de análisis- lograron que la duda hiciera carne en los despistados, y así seguir evitando que los uruguayos y uruguayas en el exterior puedan votar. Un detalle cómico es que muchos de los voceros de la derecha que salieron al ruedo a los gritos negando el derecho a votar en el exterior luego se presentaron a las elecciones parlamentarias de otros países e hicieron campaña en Uruguay… ¡Y a algunos hasta les fue bien!
Por suerte, este último argumento ya no funciona porque el Frente Amplio ha vuelto a confirmar que con o sin voto en el exterior es gobierno, con mayoría parlamentaria incluida, y hoy podemos demostrar con orgullo algo que siempre supimos: esta lucha siempre fue por no abandonar a las personas que viven en el exterior, no por cálculos electorales. Esta lucha es por derechos. No esperamos disculpas por este recurso desesperado de la oposición, pero sí esperamos que se sumen a nuestro esfuerzo de hacer que Uruguay sea patria para todas y todos los uruguayos, más allá de dónde vivan.