Espejito espejito

No ignoramos los avances realizados por el gobierno departamental y nacional para fortalecer, viabilizar y consolidar políticas en todos los niveles de gestión dirigidas a garantizar igualdad de oportunidades entre varones y mujeres. Manifestamos nuestro compromiso con el trabajo con los referentes de las diferentes comunidades y en particular con los consejos vecinales. El camino recorrido en este sentido ha sido largo, pero todavía falta tirar grandes bastiones. Las elección de las «reinas» del carnaval es uno de ellos.

No alcanza con la gestualidad de los 8 de marzo y los 25 de noviembre. No alcanza con ornamentos discursivos ni lenguajes inclusivos, no alcanza con voluntades políticas titubeantes cuando de lo que hablamos es de la autoestima de las personas, de su capacidad de sentirse orgullosas de sí mismas porque son buenas en matemáticas, porque son excelentes deportistas, porque se les da la literatura, el laburo en el barrio, las ciencias, la mecánica, la política.

Un discurso coherente del Estado en relación a la eliminación de los estereotipos de género y a la erradicación de la violencia basada en género, debe desestimular a que las niñas, niños y adolescentes crezcan compitiendo en función de un canon mandatado por un sistema capitalista que las expone a una visión anoréxica y superficial de la belleza y de un patriarcado que las expone a la hipersexualización y al lugar de adorno en la cosa pública.

¿Cuánto potencial queda eclipsado cuando promovemos que las niñas se sigan midiendo con una vara que sólo las mide para elegir al mejor adorno?

Reafirmamos nuestro compromiso con una sociedad más equitativa, un carnaval que reivindique la igualdad entre varones y mujeres y una institucionalidad que cada vez esté más dispuesta a asumir los costos y los procesos políticos que sean necesarios en ese sentido.